sábado, enero 24, 2009

...con sus historias se consumió...

Hace meses que me ronda por la cabeza grabar a mis abuelos contándome sus historias de la guerra, de cómo sobrevivieron a la posguerra, sacaron adelante 4 hijos, emigraron a la gran ciudad en un busca de una vida mejor... Ellos son los portadores de nuestra historia, la de todos, la de aquellos a quienes colocaron en un bando durante la guerra y ellos, sin saber muy bien cómo ni porqué, acabaron convencidos de que los suyos eran los buenos y los otros los malos.
Hoy es idea de conservar sus relatos para siempre ha vuelto a mi cabeza al ver a mi abuela manejando su vitrocerámica mejor que yo.
Ellos, con casi 90 años, han vivido con tres regímenes políticos distintos, con tres monedas distintas, han pasado su infancia sin tener luz ni agua corriente en sus casas, caminando de Guadalajara a Soria para comprar ganado... Ahora, manejan teléfonos móviles, vitrocerámicas, microondas, miran con recelo el ordenador y no se atreven a montar en avión, pero eso del AVE les parece estupendo, porque va por tierra. Conocen a casi todos los dirigentes del mundo (aunque a Obama le llamen Bomaba) y sufren pensando en que la crisis afecte a los suyos porque ellos no entienden eso del IPC y el PIB, pero saber perfectamente que la vida cada vez está más cara y ellos tienen la misma pensión.
De un tiempo a esta parte me ha dado por escuchar la canción de Al bando vencido e, inevitablemente, cada vez que la oigo siento más que mi abuelo paterno no viviese suficiente para contarme sus historias y que ya recuerde muy pocas de las de mi abuela.
Por eso no estoy dispuesta a que Rocío y mis hijos (en el hipotético caso de que algún día los tenga) se pierdan esas historias. Saber de su propia boca lo que tuvieron que padecer durante la guerra, el hambre de la posguerra, los fríos inviernos arropados con una manta y calentándose solo con la lumbre, las penurias en cada viaje, la separación cuando emigraron... me ha hecho pensar como pienso hoy y defender lo que defiendo. Dejar que los que vienen se lo pierdan sería de idiotas, pudiendo aprovechar las nuevas tecnologías.
Para mí, como para cada uno de nosotros, mis abuelos son los mejores, los que más me quieren, los que mejor me entienden, los que cuentan los mejores cuentos. Por eso no puedo evitar que se me haga un nudo en la gargante pensado en el día en que ellos, con sus historias, se consuman; y me empeño en que al menos en mí quede más que un leve borrón.
Nota: Estaré una semana en Santander estudiando inglés. Ya sé que en Santander se habla español, pero el curso lo organiza la Menéndez Pelayo. Os cuento a la vuelta.

miércoles, enero 21, 2009

... compañeros en la rutina...
1. El Metro cada día va más lleno. No sé si es la crisis, el frío o que el Metro funcionada de maravilla (eso seguro que no es), pero va llenito, llenito. Da igual la hora. Esta mañana, inevitablemente, me he acordado de Recuerdo, y de cómo, también inevitablemente, cada vez que la oigo, cuando pregunta eso de "¿Cómo estás? ¡Cuánto tiempo! ¿Te acuerdas de mí? Yuna sonrisa tímida responde..." y yo siempre cantaba: "sí". Y es que, año tras año, sigo confiando en que ese pobre hombre encuentre a la mujer que conoció y quiso un día como confío en que algún día, en el Metro no tengamos que luchar por sobrevivir.
2. He tenido un día nublado. Me he levantado con sueño, sin ganas de ir a trabajar, no me ha dado tiempo a desayunar y la terrible mañana ha dado paso a una horrible tarde un dolor de cabeza y espalda insoportable, rematada con dos soporíferas horas de clase de inglés. ¿Alguien da más? Después ha resultado que mi estrella también tiene un día gris. Serán cosas del destino.
3. Han pasado más de 5 días y aún no he dicho nada de la fotillo de Soraya Sáenz de Santamaría. La verdad es que paso bastante de ella. Quiero decir que no es como otros miembros del PP por los que siento una gran animadversión. De ella directamente paso. Pero lo de la foto me parece una metedura de pata en toda regla. Ha sido demasiado torpe, sobre todo teniendo en cuenta la caña que ellos dieron a las ministras por posar en el Vogue y a Chacón por el esmoquín (otra que ni fu ni fa). Y tanta expectación para acabar en una entrevistilla de una página en la que, bajo mi punto de vista, no decía nada de interés. Mucho ruido y pocas nueces, como siempre.
4. Tampoco he dicho nada de la dimisión de Calderón, pero como ya comenté que no le podía soportar, supongo que queda claro que me alegro de que se vaya. ¡Y lo de Villalonga (¿o es Vilallonga?)! ¿Qué es eso de que haya elecciones con candidatura única? ¿Le suena de algo la palabra "dictadura", amigo? ¡Si es que no puede ser!
5. ¿Y qué me decís del nombramiento de Obama? La parafernalia que montan los americanos. Un montón de meses de precampaña y campaña, varias elecciones, por fin eligen y tienen que esperar 3 meses para nombra al presi y luego el sarao que organizan. Aquí nos conformamos con que salga al balconcillo y de 4 botes. Mira que somos cutres. En fin, que mucha suerte a Obama.
Por cierto, el otro día vi ese capítulo de House en que trata a un paciente negro candidato a la presidencia de los EEUU y House le dice: "puede que tengamos un presidente negro algún día", como dando a entender que era una quimera. Es bueno comprobar que House también se equivoca.

domingo, enero 18, 2009

... palomas que se esconden del invierno...
1. Antonio Burgos es un demagogo. Si de verdad quiere saber porqué algunos llevamos pañuelos palestinos (lejos de porque "estén de moda"), que me lo pregunte. Yo le responderé encantada, con todo muy clarito. Tan sencillo que hasta alguien con su estrechez de miras será capaz de enternderlo. Decir que quien lleva un palestino está apoyando a los terroristas de Hamás es de cajón de madera de pino. ¡Qué mala es la incultura! Pero eso no ha sido lo que más me ha cabreado (que también) sino lo de que los progres nos ponemos de parte de terroristas como los del 11-m defendiendo a los palestinos. ¿Se puede ser peor persona? Eso me pasa por echar mano de lo primero que pillo para leer algo en el Metro. ¡Qué país, Dios, qué país!
2. He acabado de leer Mil soles espléndidos, casi de devorarlo. Mucho mejor que Cometas en el cielo. Más enriquecedor, más entrañable, más doloroso. y por eso más bello Muy recomendable.
3. El viernes disfrutamos de la obra de teatro Mi hijo y yo, que se representa estos días en el Teatro Amaya. Ambientada en el Londres de la Primera Guerra Mundial, cuenta la historia de la señora Sullivan, una mujer que se inventa un hijo que combate en el frente para poder sentir los desastres de la guerra. Preciosa.
4. No pude ver No disparen al pianista el jueves, pese a que cuatro personas me avisaron de que estaba Ismael Serrano. Supuse que serían fragmentos del Dvd Un lugar soñado. Así que, para resascirme, ayer me lo tragué enterito a la hora de la siesta. Simplemente espectacular. Nadie puede entenderlo y me da igual, pero a mí este hombre me hace cambiar el chip con cada verso de cada canción. Porque el no escribe canciones, escribe poesía. Otro naufragio menos.

jueves, enero 15, 2009

... yo quiero regalarte una poesía...
Hay gente que nace con estrella, de eso no me cabe ninguna duda. Y otros nacen con una estrella pequeñita, que se nubla con la más mínima niebla, con una pequeña nube, que parece desaparecer con ráfaga de viento. Sin embargo, pase lo que pase, pese a los aguaceros, las borrascas y los tornados, la pequeña estrella siempre acaba apareciendo en el cielo, con su tímido brillo y su precioso parpadeo.
Yo no sé si nací con estrella, pero sí sé que hace ya 8 años, precisamente cuando cumplía 15, una estrellita se cruzó en mi camino, una extraña estrella fugaz, que apareció en mi vida y que brilla en mi cielo cual estrella polar, cual rosa de los vientos, que me guía en lo que hago.
Y resultó que esa estrellita, relacionada con el gran Sol de mi pequeño cielo, fue haciéndose más y más grande para mi mundo, hasta el punto de eclipsar a otras muchas estrellas, planetas, constelaciones... Y superó la categoría de satélite del Sol, la de amiga íntima de mi cielo y llegó a convertirse en la hermana mayor que nunca tuve y siempre desee.
Y no es que mi pequeña estrella haya salido cobarde y se esconda ante el más mínimo problema. Es que, de un tiempo a esta parte, en nuestro cielo (porque mi cielo también es el vuestro) no hacen más que aparecer nubarrones, de esos negros, que no terminan de descargar su lluvia nunca y solo se paran delante de tí para joderte los días de sol.
Por eso hoy, más que nunca, quiero recordarle que en mi cielo hay un hueco inmenso para ella, que solo ella es capaz de llenar, y que, tarde o temprano, los nubarrones pasan y acabamos disfrutando de una buena tarde de sol y piscina.
Decirle que la quiero, que siempre voy a estar a su lado y que ni voy a dejarla nunca, está de más. A mí lo que me gustaría hoy es regalarle una poesía... pero no estoy inspirada... Mi cielo está gris.

domingo, enero 11, 2009

...que es un soplo la vida...

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, más se palpita y se sigue más acá de la conciencia fieramente existiendo, ciegamente afirmando, como un pulso que golpea las tinieblas, que golpea las tinieblas.
Cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte, se dice las bárbaras, terribles, amorosas crueldades, amorosas crueldades.
Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que extinguimos trece veces por minutos para ser y en tanto somo dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes porque apenas si nos dejas decir que somo quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo, estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido, partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas, siento en mí cantos sufren y canto respirando.
Canto y canto y cantand más allá de mis peas, de mis penas personales, me ensancho, me ensancho.
Quiero daros vida, provocar neuvos actos y calculo, por eso, con técnica, que puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero que trabaja con otros a España, España en sus aceros.
No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es lo más necesario, lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo y tierra en los actos.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. Estamos tocando el fondo. Estamos tocando el fondo. Gabriel Celaya.

Encontré una hoja con este poema en un libro, en un folio algo amarillo, con su diminuta y redondeada letra. Habían pasado más de tres años desde que me la envió en una de esas interminables cartas del mes de agosto.
Esas cartas, esos poemas, aquellas frases entresacadas de canciones que tanto significaban para nosotros, fueron lo más bonito de aquellos tres años. Han pasado otros tres en un suspiro.
He llegado a la conclusión de que lo que nos mantenía unido era el amor por nuestras ideas, esas que nos llevaban a creer que las minorías tenemos nuestro hueco, que la esperanza es lo último que se pierde (y el sueño de los hombres despiertos), que juntos y con empeño podríamos cambiar el mundo. Todo muy bonito, muy utópico y muy romántico. Se fue el romanticismo y el amor del uno al otro, pero quedó el amor por las ideas y, sobre todo, por la poesía.
Irak, Afganistán, Gaza, Líbano... Definitivamente, estamos tocando el fondo.