Vuela, vuela. No te hace falta equipaje
1. Tanto conciertito y tanta salida nocturna tenía que pasar factura. Yo lo sabía, lo esperaba, y llegó. Cuatro días hecha polvo del estómago y hoy una semana sin comer en condiciones. Si nos ponemos en plan positivo, he conseguido ponerme a dieta para la boda sin ningún esfuerzo y me estoy ahorrando una pasta en comida, chucherías, tapitas y guarrerías varias que como cuando salgo con mis amigos.
2. El sábado a las 13'10 cogeré un vuelo de British Airways para Londres y no volveré hasta el miércoles. Si hoy estuviese en plan profundo diría que es el vuelo a un sueño.
Prometo pasarme cinco días comiendo fish&chips y un montón de comida basura (adiós, dieta, adiós), montarme en un autobús de dos pisos, hacerme una foto en las cabinitas rojas, visitar Nothing Hill y sentirme Julia Roberts, ir al Big Ben, a Westminster, a la Torre de Londres, al British... y comprobar if I speak English as well as my family think. Vamos, que pienso ser al típica guiri que cumple todos los topicazos cuando visita una ciudad nueva. He dicho.
Ya tengo los billetes, las habitaciones, las libras y una guía de viajes. Falta la maleta. ¡Que la fuerza me acompañe!
miércoles, septiembre 26, 2007
miércoles, septiembre 19, 2007
Vuela esta canción para tí, Sabina...
Y si El Nano pide un trago...
Me costó mucho describir las emociones del concierto de Alejandro Sanz. De hecho creo que no lo conseguí. Contar lo que viví ayer en el Palacio es imposible.
Alfonso (mi compañero sabinero) y Nuria consiguieron que entrásemos de los primeros y nos colocamos en la misma verja que separa el público del escenario. Para mí era un sueño imaginar tan cerca a los dos maestros.
Acababa de leerme la biografía de Sabina y el otro día volví a ver (por infinita vez) la serie "Vientos del pueblo", sobre la vida de Miguel Hernández, mi poeta favorito sin lugar a dudas, y había escuchado cientos de veces la cinta de Serrat con sus poemas. Estaba en situación para vivir una noche cargada de emociones y buena música. Pero no imaginaba que fuese tanto.
Sabina, una vez más, no defraudó. Me emocioné con Quién me ha robado el mes de abril, Princesa, Ruido, Y sin embargo (magistral, Serrat), Aves de paso, La del pirata cojo, Noches de Boda, Y nos dieron las diez... Los primeros acordes de Yo me bajo en Atocha me trasportaron al concierto de Las Ventas, en que no pude contener las lágrimas, y con Más de cien mentiras se me hizo un nudo en la garganta que casi me ahoga.
Sabina fue más Sabina que nunca, más rockero que nunca, más poeta que nunca, con su bombín y la chaqueta de un frac, irónico y divertido. El maestro de maestros.
Serrat fue todo un descubrimiento para la que aquí escribe. He crecido escuchando sus canciones gracias a mi padre y, de pronto, verle ahí cantándome tan cerca, me transportó a mi más tierna infancia. A esos viajes al pueblo y a la playa oyendo tantas y tantas canciones, que de pequeña no entendía y ahora me parecen la más bella de las poesías.
Además, tocó temas antiguos, que poca gente conocía, lo que nos permitió disfrutar de su incomparable voz. A Hoy puede ser un gran día, Fiesta, Señora, Aquellas pequeñas cosas o tu nombre me sabe a yerba se unieron pronto las míticas Lucía, Penélope y Mediterráneo.
No puedo quedarme con un momento de las tres horas de buena música que disfruté.
Uno de los más emocionantes: cuando el par de pajarracos sobre el escenario empezaron a cantar Cantares. Fue hacia la mitad del concierto. "Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nuna se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino, sino estelas en la mar". Me parece de lo más bonito que se ha escrito nunca. Y ahí estaban ellos dos, recitándolo a nuestros oídos.
Pensé: "como canten una de Miguel Hernández ya si que me da algo".
Al final del concierto ya se me había olvidado.
Al final del concierto ya se me había olvidado.
Fue entonces cuando Sabina entonó eso de "Para la libertad sangro, lucho, pervivo..." Y Serrat siguió con el resto. Me debatía entre las ganas de grabar ese momento y conservarlo para la posteridad, las de gritar la canción más que nadie en el Palacio y las de retener las lágrimas. Entonces, casi como un mensaje que llevaba esperando todo el día, y juntos, los maestros cantaron: "porque soy como el árbol talado que retoño. Aún tengo la vida. Aún tengo la vida".
Para mí, son los dos mejores compositores en español.
Serrat y Sabina no pudieron hacerme mejor regalo que el concierto de anoche.
Yo hoy no puedo hacerle mejor regalo a Joao que ese verso
jueves, septiembre 13, 2007
Princesa de un cuento infinito
A las 22:00 en punto El tren de los momentos paraba en Madrid para alegría de los que llenábamos las Ventas y emoción desbordada de la que aquí escribe.
Alejandro estaba más guapo, más alto, más simpático, más atento, más músico que nunca. O eso me pareció a mí.
Empezó con una canción que no me agrada demasiado El tren de los momentos, pero fue arreglándolo después con La planta de tus pies, Cuando nadie me ve, Corazón partío, La peleíta, Mi soledad y yo, La fuerza del corazón, Amiga mía, Y si fuera ella, El alma al aire, Quisiera ser, A la primera persona (con Malú), Enséñame tus manos, ¿Lo ves?...
Personalmente, me quedo con cuatro momentos:
- Toda la plaza de Las Ventas enseñando las manos, bien abiertas y mostrándole a Alejandro que nos tenía totalmente entregados. Me recordó a aquella manifestación de manos blancas con el asesinato de Miguel Ángel Blanco.
- A la primera persona. Con la carne de gallina total, porque me encanta y todo lo que significó en mi vida hace unos meses.
- ¿Lo ves? Nadie canta al piano como él.
- Cantando Amiga mía a voz en grito, abrazada a Miriam, a la que nunca le he cantado esa canción porque se queda pequeña para lo grande que es ella y nuestra amistad. No sé tú, Miri, pero yo sentí que nos la cantaba a nosotras dos solas.
Es difícil expresar lo que siento cuando veo a Alejandro sobre el escenario. Podría decir que me olvido del mundo, de los problemas, de las obligaciones... Y solo estamos él y yo. Bueno, ayer también estaba Miriam.
Salí de allí diciendo que ni Sabina, ni Ismael Serrano, ni Los Secretos ni nadie. Vamos, ni todos ellos juntos. Yo me quedo con mi Alex de aquí a Lima.
Ahora, oyendo A la primera persona, vuelvo a pensar lo mismo. Y lo pensaré siempre.
lunes, septiembre 10, 2007
Con Simón de Cirene hice un Tour por el monte Calvario...
1. Me ha gustado bastante la biografía de Sabina. No me cansa ese aire de crápula y de "paso de todo" que tiene el maestro. No estoy de acuerdo en todo lo que dice ni en cómo dice muchas cosas, pero me ha gustado. Menéndez Flores no me ha gustado tanto. Es un adulador y un redicho que intenta ponerse a la altura de Sabina. Ahí es nada.
2. Comienza la semana de la música. Mañana: nuevo disco de Ismael Serrano. Ya tengo aburridos a los de You tube de ver el videoclip de Casandra. ¡Qué ganas de oirlo entero! El miércoles: Alejandro Sanz en concierto. Y el jueves: Los Secretos y Nacha Pop juntos, y Zero en solitario después. Si quedan fuerzas y ganas también podemos ver a Zero el viernes y el sábado. Quizá sea mucho.
3. Parecía que la romería anual a la Virgen de la Salud este año tenía más sentido que nunca. Fui por satisfacerles y me alegro. Fue una mañana cargada de tristeza y esperanza a partes iguales.
4. Joao se ha quedado sin su taza de los principios. Pero como yo sé que es un hombre cargado de buenos principios y que sabe cómo defenderlos, le regalo otra. Espero que te guste.
viernes, septiembre 07, 2007
Viva mi profesor
Si tuviese que elegir el mejor profesor que he tenido en mi vida, el más majo, el más atento con los alumnos, el más trabajador y el más guapo, ese sería Manuel Torremocha. Me dio clase de Historia Contemporánea en 1º de Bachillerato y de Historia del Arte en 2º y con él aprendí más que nunca y saqué las mejores notas. Yo estudiaba mucho porque me gustaba mucho sacar buenas notas, me gustaba mucho la Historia, mucho más el Arte y mucho más Torremocha.
Él era conmigo el típico profesor frío, que hablaba con todas cuando se las encontraba por los pasillos y a mí me liquidaba con un "Hola". Si sacaba un 9 en los muchos trabajos que me mandaba, me ponía eso, un 9. Si bajaba del 8 siempre añadía una notita de "el procedimiento (que así llama él a sus trabajos) está muy mal" y me hundía en la miseria.
La cosa cambió con el penúltimo examen de Historia, en el que saqué un 10. Se puso a repartir los exámenes, a todos se los daba en mano y a mí me lo tiró con cierto desdén sobre la mesa. Y ahí estaba, un 1 y un 0 bien grande y bien hechos. A mí me dio un vuelco el corazón. Estaba contentísima y ya me daba igual que Torremocha pasase de mí.
Cuando estaba mirando si había puesto alguna corrección en el examen, se acercó por detrás y me dijo: "Hacía más de diez años que no ponía un 10". Al final del examen había añadido una hoja en la que me decía que se alegraba mucho de mi marcha durante el curso, de lo bien que había hecho el examen y diciéndome que no le cabía ninguna duda de que sería una gran periodista, sin que yo le hubiese dicho nunca lo que quería estudiar.
A partir de entonces empezó el buen rollo con él, las bromas como con todas las demás y a llamarme “nena”, también como a todas las demás. Y a mí me pueden llamar niña, chiqui, cuchi, cielo y todo lo que tú quieras pero no soporto que me digan “nena”. Le dije que no me llamase así, siguió, le empecé a llamar “profe” y dejó de hacerlo.
Ya en 2º la cosa fue sobre ruedas. Se dejaba la piel en cada clase, disfrutaba un montón con todo lo que nos explicaba y hacía que lo entendiésemos a la perfección.
Cuando estábamos preparándonos para selectividad una amiga comentó que les íbamos a echar de menos y él dijo que no, que mentira, que del instituto nos íbamos yendo poco a poco, porque teníamos alguna clase suelta para completar temario, y que no nos daríamos cuenta de la marcha. En parte fue verdad.
Hasta el día que fuimos a por las notas de selectividad. Cuando llegué fue la primera persona que vi en el hall y me dijo: “ven aquí. Estoy muy orgulloso de ti”. Y cuando me fui sentí que perdía algo.
Había vuelto a verle un par de veces, en encuentros casuales por la calle. Los dos íbamos siempre con prisa y poco menos que hablábamos cortésmente y adiós. Nunca estaba cuando iba al instituto.
Hoy he vuelto, con la intención de ver a todos los profesores. Y ha sido como ese día de selectividad. Le he visto en el recibidor. Hablando con un montón de chicas/os así que me he ido a ver al resto.
Después de esperar un buen rato a que acabase, cuando ya se iba, le he gritado: “Manuel!!!” Allí que se da la vuelta, allí que me ve y yo pensaba que iba a decir un “Ey, nena” cuando exclama: “Pero bueno, mi niña, ¿qué haces aquí?”
Hemos hablado un rato y nos hemos despedido con el eterno “Vuelve pronto a vernos” “Sí, lo prometo”.
Al salir volvía a sentirme la niña que era cuando el prerrománico asturiano me quitaba el sueño, cuando no me aprendía los afluentes del Tajo y el Guadiana, cuando llevaba una carpeta llena de fotos de futbolistas y cantantes…
El día 8 empiezo 5º de carrera. Me siento vieja.
Si tuviese que elegir el mejor profesor que he tenido en mi vida, el más majo, el más atento con los alumnos, el más trabajador y el más guapo, ese sería Manuel Torremocha. Me dio clase de Historia Contemporánea en 1º de Bachillerato y de Historia del Arte en 2º y con él aprendí más que nunca y saqué las mejores notas. Yo estudiaba mucho porque me gustaba mucho sacar buenas notas, me gustaba mucho la Historia, mucho más el Arte y mucho más Torremocha.
Él era conmigo el típico profesor frío, que hablaba con todas cuando se las encontraba por los pasillos y a mí me liquidaba con un "Hola". Si sacaba un 9 en los muchos trabajos que me mandaba, me ponía eso, un 9. Si bajaba del 8 siempre añadía una notita de "el procedimiento (que así llama él a sus trabajos) está muy mal" y me hundía en la miseria.
La cosa cambió con el penúltimo examen de Historia, en el que saqué un 10. Se puso a repartir los exámenes, a todos se los daba en mano y a mí me lo tiró con cierto desdén sobre la mesa. Y ahí estaba, un 1 y un 0 bien grande y bien hechos. A mí me dio un vuelco el corazón. Estaba contentísima y ya me daba igual que Torremocha pasase de mí.
Cuando estaba mirando si había puesto alguna corrección en el examen, se acercó por detrás y me dijo: "Hacía más de diez años que no ponía un 10". Al final del examen había añadido una hoja en la que me decía que se alegraba mucho de mi marcha durante el curso, de lo bien que había hecho el examen y diciéndome que no le cabía ninguna duda de que sería una gran periodista, sin que yo le hubiese dicho nunca lo que quería estudiar.
A partir de entonces empezó el buen rollo con él, las bromas como con todas las demás y a llamarme “nena”, también como a todas las demás. Y a mí me pueden llamar niña, chiqui, cuchi, cielo y todo lo que tú quieras pero no soporto que me digan “nena”. Le dije que no me llamase así, siguió, le empecé a llamar “profe” y dejó de hacerlo.
Ya en 2º la cosa fue sobre ruedas. Se dejaba la piel en cada clase, disfrutaba un montón con todo lo que nos explicaba y hacía que lo entendiésemos a la perfección.
Cuando estábamos preparándonos para selectividad una amiga comentó que les íbamos a echar de menos y él dijo que no, que mentira, que del instituto nos íbamos yendo poco a poco, porque teníamos alguna clase suelta para completar temario, y que no nos daríamos cuenta de la marcha. En parte fue verdad.
Hasta el día que fuimos a por las notas de selectividad. Cuando llegué fue la primera persona que vi en el hall y me dijo: “ven aquí. Estoy muy orgulloso de ti”. Y cuando me fui sentí que perdía algo.
Había vuelto a verle un par de veces, en encuentros casuales por la calle. Los dos íbamos siempre con prisa y poco menos que hablábamos cortésmente y adiós. Nunca estaba cuando iba al instituto.
Hoy he vuelto, con la intención de ver a todos los profesores. Y ha sido como ese día de selectividad. Le he visto en el recibidor. Hablando con un montón de chicas/os así que me he ido a ver al resto.
Después de esperar un buen rato a que acabase, cuando ya se iba, le he gritado: “Manuel!!!” Allí que se da la vuelta, allí que me ve y yo pensaba que iba a decir un “Ey, nena” cuando exclama: “Pero bueno, mi niña, ¿qué haces aquí?”
Hemos hablado un rato y nos hemos despedido con el eterno “Vuelve pronto a vernos” “Sí, lo prometo”.
Al salir volvía a sentirme la niña que era cuando el prerrománico asturiano me quitaba el sueño, cuando no me aprendía los afluentes del Tajo y el Guadiana, cuando llevaba una carpeta llena de fotos de futbolistas y cantantes…
El día 8 empiezo 5º de carrera. Me siento vieja.
martes, septiembre 04, 2007
Volver a empezar otra vez
Para muchos el año empieza en enero. Es tras comerse las uvas y pasar la indigestión de polvorones cuando se plantean nuevos objetivos, se apuntan al gimnasio, se compran una nueva agenda...
Yo todo eso lo hago en septiembre. De formación estudiantil diría yo.
El jueves tengo que hacer la matrícula (¿la última de mi vida?)así que ayer comenzó la operación "Horario 2007-2008". Conseguí que cuadrase a la tercera y, pese a mis esfuerzos, los lunes y martes tengo un hueco de hora y media porque, por mucho que Pedro se empeñe, no pienso estudiar Semiótica de la moda.
El resultado final son 15 asignaturas cuatrimestrales entre las obligatorias (6), las de libre elección (4) y las optativas (5). Me pasaré en la facultad todos los días de 9 a 16 salvo los miércoles, que salgo a las 12.
A ello hay que sumar las 3 horas diarias que debería pasar en el departamento si me conceden la beca que he pedido, la hora de clases diaria con los niños, una hora y media semanal de inglés y los trayectos entre todos esos sitios.
Y por si el agobio fuera poco, me he comprado la agenda, que no es un moleskine, pero me sirve.
Me queda un mes para reunir todas las fuerzas de que sea capaz para afrontar el nuevo y último curso.
Felices sueños a todos!
Para muchos el año empieza en enero. Es tras comerse las uvas y pasar la indigestión de polvorones cuando se plantean nuevos objetivos, se apuntan al gimnasio, se compran una nueva agenda...
Yo todo eso lo hago en septiembre. De formación estudiantil diría yo.
El jueves tengo que hacer la matrícula (¿la última de mi vida?)así que ayer comenzó la operación "Horario 2007-2008". Conseguí que cuadrase a la tercera y, pese a mis esfuerzos, los lunes y martes tengo un hueco de hora y media porque, por mucho que Pedro se empeñe, no pienso estudiar Semiótica de la moda.
El resultado final son 15 asignaturas cuatrimestrales entre las obligatorias (6), las de libre elección (4) y las optativas (5). Me pasaré en la facultad todos los días de 9 a 16 salvo los miércoles, que salgo a las 12.
A ello hay que sumar las 3 horas diarias que debería pasar en el departamento si me conceden la beca que he pedido, la hora de clases diaria con los niños, una hora y media semanal de inglés y los trayectos entre todos esos sitios.
Y por si el agobio fuera poco, me he comprado la agenda, que no es un moleskine, pero me sirve.
Me queda un mes para reunir todas las fuerzas de que sea capaz para afrontar el nuevo y último curso.
Felices sueños a todos!
domingo, septiembre 02, 2007
Con mis cenizas un árbol he plantado
Son muchas las espinitas que tengo clavadas por cosas que no he hecho en mi corta vida. Una de ellas es no haber visto en directo a Enrique Urquijo. Murió antes de darme tiempo para decirle a mis padres: "Que me voy a un concierto".
Aún recuerdo perfectamente el día en que murió. Oí la noticia por la mañana, en el telediario, antes de irme a clase y sentí que me quedaba un poco huérfana de música.
Desde entonces Los Secretos no son los mismos. Me siguen sonando genial y me encantan los temas que componen en nueva etapa. Pero para mí Los Secretos eran Enrique.
El caso es que no quería quedarme también con la espina de no haber visto a lo que queda de Los Secretos en directo y el sábado nos fuimos a Trillo dispuestos a ver a Álvaro y los suyos en concierto.
La llegada fue muy graciosa porque solo se veían las dos torres de la central nuclear. Ya esperaba ver a Homer y Bart con el monopatín en cualquier momento.
Llegamos a la plaza solo 5 minutos antes de que el concierto empezase, en nuestra línea. Estaba casi vacía, así que nos colocamos en el centro del escenario y bien cerquita para verlo y oírlo mejor que nadie.
A las 23'30 salía Álvaro con su guitarra en la mano y empezaba una hora y media de canciones míticas, de recuerdos, de nostalgias y de lágrimas contenidas. Un montón de regalos hechos música.
Déjame; Sobre un vidrio mojado; Frío; Ojos de perdida; Quiero beber hasta perder el control; Nada más; Agárrate fuerta a mí, María; Buena chica; Por el boulevard de los sueños rotos; Ojos de gata; Nos vemos en abril... Y el temazo: Pero a tu lado.
Uno de los últimos regalos fue una nueva canción, que ya hemos convertido en banda sonora de nuestras vidas: Gracias por elegirme. Nos viene que ni pintada.
Fue un concierto 10, el segundo de la gira de conciertos del verano-otoño 2007 tras el de Fito. Conseguí sacarme la espina y apenas hay herida debajo. Terminará de cicatrizar el próximo 13 de septiembre, cuando Los Secretos toquen en las Ferias de Guadalajara con Nacha Pop. Estaré allí para verlos y que Antonio Vega saque la espina de no haberle visto a él tampoco en concierto.
Son muchas las espinitas que tengo clavadas por cosas que no he hecho en mi corta vida. Una de ellas es no haber visto en directo a Enrique Urquijo. Murió antes de darme tiempo para decirle a mis padres: "Que me voy a un concierto".
Aún recuerdo perfectamente el día en que murió. Oí la noticia por la mañana, en el telediario, antes de irme a clase y sentí que me quedaba un poco huérfana de música.
Desde entonces Los Secretos no son los mismos. Me siguen sonando genial y me encantan los temas que componen en nueva etapa. Pero para mí Los Secretos eran Enrique.
El caso es que no quería quedarme también con la espina de no haber visto a lo que queda de Los Secretos en directo y el sábado nos fuimos a Trillo dispuestos a ver a Álvaro y los suyos en concierto.
La llegada fue muy graciosa porque solo se veían las dos torres de la central nuclear. Ya esperaba ver a Homer y Bart con el monopatín en cualquier momento.
Llegamos a la plaza solo 5 minutos antes de que el concierto empezase, en nuestra línea. Estaba casi vacía, así que nos colocamos en el centro del escenario y bien cerquita para verlo y oírlo mejor que nadie.
A las 23'30 salía Álvaro con su guitarra en la mano y empezaba una hora y media de canciones míticas, de recuerdos, de nostalgias y de lágrimas contenidas. Un montón de regalos hechos música.
Déjame; Sobre un vidrio mojado; Frío; Ojos de perdida; Quiero beber hasta perder el control; Nada más; Agárrate fuerta a mí, María; Buena chica; Por el boulevard de los sueños rotos; Ojos de gata; Nos vemos en abril... Y el temazo: Pero a tu lado.
Uno de los últimos regalos fue una nueva canción, que ya hemos convertido en banda sonora de nuestras vidas: Gracias por elegirme. Nos viene que ni pintada.
Fue un concierto 10, el segundo de la gira de conciertos del verano-otoño 2007 tras el de Fito. Conseguí sacarme la espina y apenas hay herida debajo. Terminará de cicatrizar el próximo 13 de septiembre, cuando Los Secretos toquen en las Ferias de Guadalajara con Nacha Pop. Estaré allí para verlos y que Antonio Vega saque la espina de no haberle visto a él tampoco en concierto.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)