¡Todo por la patria!
Mi viaje a Cartagena fue genial.
Salimos de Madrid el lunes a las 14'50, con 20 minutos de retraso. Ya se habían producido las primeras coñas al ver al Capitán con su uniforme de gala y que Sara comentase: "Mirad, igualito que Richard Gere".
Los cientos de kilómetros hasta Cartagena: una paliza, claro. Los que nos sentamos atrás pudimos hablar tranquilamente de lo que nos dió la gana mientras que los sufridos compañeros de delante oían al capitán hablar (las más de 6 horas de viaje) sobre la historia de la Unión Europea. Yo creo que se debió remontar al Big Bang o algo porque sino no me cuadra.
Al llegar a Cartagena fuímos al arsenal y nos contaron que (en contra de lo que pensábamos) teníamos habitaciones de 3 personas, no nos daban de cenar y teníamos toda la noche libre.
Así que a las habitaciones a dejar las cosas y zumbando a cenar algo. Acabamos los 20 en el mismo bar (algunos prefirieron un Burguer) y de ahí a un bar ( ya todos) que había en el mismo puerto. "El Coyote". "¡Ay! ¡Qué gracia! Como el de la peli" Pues si, era igualito que el bar de la peli. Con su cartelito de Coyote Ugly, su barra para que las chicas bailen, sus banderitas, todo. Solo que era lunes y no habian chicas y al salir, en lugar de un callejón oscuro, estaba el puerto de Cartagena con sus veleros y sus gaviotas.
La fiesta se prolongó más de lo esperado y fue mejor de lo esperado también porque gente que apenas nos conocíamos de nada hablamos con toda normalidad y nos juntamos en el pasillo, en pijama, hablando de todo lo que se terciaba.
Nos fuímos a la cama pasadas las 4. Y digo "a la cama" porque dormir ya era otra cosa. Hacía un frío de narices y en la puerta del arsenal hay un reloj como el de la Puerta del Sol que toca campanadas en los cuartos: una a y 15, dos a y 30, 3 a y 45. Con lo cual, dormí a intervalos de 10 minutos. Un desastre.
Ya por la mañana desayunamos con el Almirante jefazo de la base y a recorrer por allí todo lo que pudimos. Vimos un montón de fragatas, barcos, tragaminas (que me gustaron mucho) y las estrellas de la visita: los submarinos. Encima tuvimos la suerte que nos tocó como guía un oficial joven y majete al que pudimos acribillar con todas las preguntas que nos habían quedado y que no hicimos a los altos oficiales por respeto al cargo (y porque contestaban lo que querían).
Bajar por la escotilla del submarino y ver todo tan pequeño fue una pasada. Las camas, la cocina, el baño, el periscopio... Todo era como en las pelis pero de verdad. Y allí estaba yo. Un experiencia única.
Después llegó la hora del rancho. Evidentemente cada teniente, almirante, capitán y demás cargos soltaron su discursito de "esperamos que os haya gustado, que os sea muy útil en vuestra vida, que os haya acercado a este mundo porque para eso pagáis impuestos y blablablabla".
Las mesas eran de 6 personas y teníamos que sentarnos 5 alumnos y un oficial. Según Sara la mesa de al lado se llevó al guapo pero nosotros al majo. Estuvimos hablando toda la comida y a las 16:00 tocó subir al autobús otra vez y volver a Madrid. Logré quedarme dormida una hora, más o menos, y despertarme con el cuello tronchado justo a tiempo para ver empezar la peli de "La Búsqueda", americanada cutre donde las haya.
Del viaje pudimos extraer varias conclusiones:
- Al principio pensábamos que a los uniformes españoles les pasaba algo porque no sentaban tan bien como los americanos (véase a Richard Gere en Oficial y Caballero, a Tom Cruise en Algunos Hombres buenos, a George Clooney en Tres Reyes...) pero cambiamos de opinión cuando empezamos a ver militares jóvenes. ¡Viva la Armada!
- Este tipo de visitas están muy bien para acercar el ejército a la población de a pie y, especialmente, a los jóvenes. No es que piense alistarme ni nada parecido pero ahora al menos sé cuál es su misión, dónde lo hacen, con qué medios cuentan, cuánto cuesta mantenerlos... Vamos, que está bien.
- No vuelvo a meterme tantas horas en un autobús en tan poco tiempo. Te deja hecho polvo una semana.
Pese a lo bien que estuvo el viaje, cuando llegue a Madrid me acordé de la canción de Ismael Serrano y me canté eso de: "Soy afortunado. Yo siempre vuelvo a Madrid".
Por cierto: a mi vuelta a Madrid vi las luces de Navidad ya encendidas y ayer el anuncio de Freixenet. La Navidad ya está aquí... ¡Y yo con estos pelos!
jueves, noviembre 30, 2006
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3 comentarios:
Entonces estuviste cerquita de la sucursal cartagenera de mi Company... buenas aventuras las tuyas. Besitos
(Te teno que hacer un botón para que no teme pierdas, que te tenía abandoná)
Hola guapa
Siempre es bueno saber en que nos gastamos los impuestos y dineros públicos. Pero los fusiles, fragatas y demás a mi siempre me han dado un poco de miedo. Pero vamos, que sé que el nudo es demasiado gordo cómo para soñar ya un mundo sin ejércitos. Antes acaemos con la pobreza, el ansia de poder y de control, las agresiones y la desconfianza y verás que el ejercito perdería su razón de ser.
Eso sí, los hombres con uniforme NO ME PONEN NADA. Pero va más allá del ejército...es el uniforme...ltampoco los de traje...no sée xplicarlo. NADA DE NADA.
Richard gere sí, pero sin uniforme...no en Oficial y Caallero.
Pues ya te digo. El anuncio de Freixenet me ha decepcionado, para mi el mejor fue el de mi penélope... Grande. Bonito viaje, besos
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