Hace una semana, a esta misma hora, estábamos paseando por las calles de Londres.
Desde que el sábado por la noche (noche allí, porque eran las 19:30) empezasemos a andar por Sussex Garden, Edgarve Road y Oxford Street, empecé a enamorarme de la ciudad. Ya se me había olvidado la noche sin dormis pensando que se nos iban a perder las maletas, que el avion iba a ser un asco, que no íbamos a entendernos con los británicos; la mañana en el aeropuerto; el accidentado aterrizaje; el viaje en el Gatwick Xpress (que no era el Gatwick), el robo del billete de Metro y la llegada a Balmoral House y la pelea con la Witch.
Mereció la pena el cansancio por poder empezar a empaparnos de Londres. Me sentí como en las películas viendo los paneles de luces en Picadilly Circus y la entrada al Cheers.
La mañana del domingo en Candem Town fue una auténtica locura. Deberíais haberme dado un aplauso porque me resistí y solo compré una camiseta. Pero os lo perdono.
Tower Bridge y Tower of London eran nuestras próximas paradas. A estas alturas ya habíamos cumplido dos de los deseos de Miriam al iniciar el viaje: fotografiarse con una cabina (unas 15 veces) y coger un bus de dos pisos, que al final nos hartamos de cogerlos.
El famoso Tower Bridge fue precioso y Tower of London debería esperar a ser visitada el día después para poder usar ese vale de 2x1 que conseguimos en Internet.
No me imaginaba que Traflagar Square fuese así. Yo la imaginaba como la típica plaza con cochecitos alrededor en plan rotonda y no. Tuve tentación de entrar a la National Gallery pero entonces, por una esquinita desde Trafalgar, vi el Big Ben y cambié de opinión.
Si alguien me pregunta que es lo primero que recuerdo de Inglaterra diría que los Beatles y el Big Ben. Los Beatles porque de pequeña me encantaba ir por la calle cantando "nananananananana Yellow Submarine, Yellow submarine, Yellow Submarine". Era todo el inglés que sabía. Y del Big Ben porque salía en la primera página de mi primer libro de inglés, el mítico Tip Top.
El caso es que la calle de bajada hasta el Big Ben y House of Parlament se me hizo interminable. Pero ahí estaba, dando las 4 de la tarde. Y nos dieron las 4 y cuarto haciéndonos fotos. Tengo pruebas.
La Westminster Abbey (al menos lo que vimos por fuera) fue espectacular. En la próxima visita habrá que verla por dentro.
El parque de Saint James me encantó, con sus patitos, ardillas y ese verde tan reluciente que llena Londres. Y Buckinham Palace me pareció una cutrez, sinceramente. Al lado de nuestros Palacio Real parece una casa hortera del típico nuevo rico.
Tanto nos gustó la zona que volvimos de noche para verlo todo iluminado desde el otra lado del Támesis. Espectacular.
El lunes fue el día del diluvio universal. Esa lluvia "que no moja, pero jode", en palabras de Jonhy, nos dio el coñazo todo la santa mañana. Por suerte, habíamos decidido que el lunes era el día de las visitas a los monumentos y pasamos ratos a cubierto. Me dio mucha rabia no poder subir hasta lo más alto de Saint Paul, pero mi vértigo es así. Me dio más rabia ún la chupa de agua que nos comimos en Tower of London y que nos impidió disfrutar plenamente de la visita.
Para mí todo se vio recompensado con la visita a la National Gallery. Vale que allí hay un montón de cuadros super famoso y preciosos pero me sigo quedando con Los Girasoles. No podía creerme que estaba delante de un auténtico y mítico Van Gogh. Precioso.
Definitivamente podemos posponer un tiempo el viaje a Egipto después de nuestras visita al British del martes. Como todos los visitantes, llegamos a la conclusión de que los británicos no se llevaron las pirámides y la esfinge porque no quedaba sitio en el barco. Y, para colmo, ya puedo decir que he estado cerca del Parthenon. Vale, de la parte del Parthenon que los ingleses se llevaron por la patilla, pero a mí me vale igual.
De Covent Garden me quedo con las láminas de la ciudad. Que me compré tres como podría haber comprado trescientas.
Penúltima visita a Picadilly Circus a rumbo a Hyde Park a hacernos millones de fotos en color y blanco y negro para poner en la coqueta (según Raúl).
Acabamos el viaje con más compras en Oxford Street (incluída mi taza de los Beatles, todo un tesoro) y la última visita a Picadilly.
La larga mañana en el aeropuerto esperando la vuelta a nuestra España querida me sirvió para ahcer balance y seguir poniendo en práctica mi inglés leyendo mis libros. Puedo decir que mola entenderse (o al menos medio entenderse) con gente que habla en otra lengua. Y nosotros conseguimos sobrevivir. Y con nota.
No voy a negar que me apetecía volver, veros a todos, echar unas partidillas de mus y comer en condiciones. Pero la idea de la vuelta al cole el lunes no me mola nada, aunque con sabor a chocolate y menta todo sepa mejor, primo.
Si no aparezco por aquí en unos días, preguntad por mí a las gárgolas de Westminster, a los cuervos de Tower of London, a las ardillas de Saint James, las camisetas de Candem Town o los patos y árboles de Hyde Park. Igual os dan una pista.
Nota: Pongo solo una foto porque es la única en que salimos los 4 y porque no sé con cuál de las 400 restantes quedarme.
3 comentarios:
Me alegro de k lo hayas pasado tan bien. Londres tiene k ser una ciudad preciosa por lo k cuentas... lo unico malo debe de ser el tiempo. K fastidio la lluvia.
Viste los llamados "beefeter" , me hacen muchisima gracia! ahi tan tiesos ellos...
Seguro k te pudiste entender muy bien con los ingleses... eso no lo pongo en duda, sabiendo k vas a la EOI y todo...
La foto chulisima. Haber si nos pones mas.
Un beso!
ai! k soy Ruth :)
gracias a tu descripcion yo acabo de estar tb en londres, segun iba leyendo es como si lo estuviera viendo, si ya sabia yo q como escritora no tenias precio,jejej. me alegro q lo hayas pasado tan bien y lo hayas aprovexado tanto.kiss (IRE)
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