Son sueños... ¡que son de verdad!

Estaba estudiando Ética y Deontología de la Información para el examen de mañana (¡qué tostón!) cuando he visto el bolígrafo que Raúl y Miriam me regalaron hace cinco años, cuando aprobé selectividad y estaba liada con los papeles para matricularme en periodismo. Durante cinco años, ese juego de boli y pluma ha permanecido en una taza con todos los demás, sin llamar la atención, pasando desapercibido y camuflándose entre el montón de rotuladores de colores con los que comparte hogar.

Hoy ha sobresalido entre todos los demás y me ha arrastrado a la tarde en que me lo regalaron y a la postal que lo acompañaba. Esa que lleva cinco años en la estantería y que movía una vez a la semana para quitarle el polvo. "Ahora es cuando te das cuenta de que el esfuerzo ha merecido la pena... y solo es el principio de un montón de cosas buenas". Al lado, su dedicatoria y sus firmas.

Mañana firmo mi primer contrato de trabajo. Me llevaré vuestro bolígrafo y me acordaré de esa tarde y de tantas otras tardes, mañanas y noches compartidas. Y os estaré eternamente agradecida una y mil veces más por lo vivido y por lo que vendrá.

Parece mentira todos los recuerdos que puede traerte un boli.

Nota: No estoy triste, meláncolica ni nada de eso. Es solo que los recuerdos a veces tienden a acumularse.