1. Hoy me he dado el primer baño del verano. Sí, ya sé que es muy fuerte que a estas alturas yo, que parezco un pato o un salmonete de lo que me gusta estar en el agua, no me hubiera bañado. Pero ya sabéis también que últimamente mis veranos son raro. Que ya no me paso 15 días en Cullera en el mes de agosto, leyendo bajo la sombrilla, jugando al volley playa y tocando batidos en el paseo marítimo por la noche. Que ya no me voy semanas enteras al recreo porque me aburro, que cuando voy no monto en bici toda la tarde ni juego al tenis sin parar. Que los veranos son más sosos, más calurosos y más insípidos. Pero lo que no sabéis es que tanta demora ha hecho que, al sumergirme en la piscina, me haya sentido como La Sirenita volviendo a casa. Han sido un par de minutos, pero ¡qué minutos!
2. Los años del miedo, de Juan Eslava Galán, no es el libro que esperaba. La verdad, no sé que esperaba. Os diré que el libro es una buena mezcla de relati histórico con anécdotas y chistes de la época. Ameno, interesante y divertido casi a partes iguales. Uno de los chascarrillos que cuenta es que, en España, en los 40, se decía: "Cuando el pobre come jamón, o está malo el jamón o está malo el pobre".
Yo no he podido evitar acordarme de lo que decía mi profesor de Guión de cine (gran hombre, por cierto. Algún día hablaré de él): "¿Vosotros sabéis por qué hicieron la tumba de Franco con agujeros? Para que salieran los gusanos a vomitar". (Me ahorro la sarta de insulto que acompañaa su discurso cada vez que citaba el apellido del Caudillo)
Eso sí, a mí más que Los años del miedo me parecen los años de la vergüenza. ¡Qué vergüenza!
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